El pobre es odioso aun a su amigo; pero muchos son los que aman al rico. Peca el que menosprecia a su prójimo; mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado. - Proverbios 14:20-21.
Cada uno de nosotros corre el peligro de tratar mejor a nuestro prójimo rico que al pobre. Dios conoce esta tendencia de nuestros corazones.
En el libro de los Proverbios nos da indicaciones prácticas para un comportamiento conforme a la voluntad divina:
“Al Señor presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar” (capítulo 19:17).
“El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará, y no será oído” (capítulo 21:13).
“El rico y el pobre se encuentran; a ambos los hizo el Señor” (capítulo 22:2).
“El que da al pobre no tendrá pobreza; mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones” (capítulo 28:27).
Estos y otros versículos nos muestran el pensamiento de Dios al respecto: Él no hace diferencias. Todos somos iguales ante él, en cambio nosotros nos inclinamos fácilmente a buscar la simpatía de los que tienen una buena posición en este mundo.
Sólo ha existido un ser humano que fue rico sin ser orgulloso: nuestro Señor Jesucristo. Pero él se hizo pobre por amor a nosotros. Los pobres y los miserables hallaron refugio en él. Nunca rechazó a nadie ni dejó que nadie se fuera sin su bendición, aunque él mismo ocupó el lugar más humilde entre los hombres.
¡Imitemos cada vez más su manera de ser!