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La sal

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. - Mateo 5:13.

La sal es el medio más importante para sazonar y conservar los alimentos. Es picante, áspera e impide la corrupción y la putrefacción de los alimentos. Por eso la sal es una imagen adecuada del poder santificante de Dios, que debe manifestarse en nosotros los creyentes.

¿Cuándo se vuelve insípida y pierde sus propiedades? La sal que se conocía en la antigüedad todavía no tenía la pureza de la sal común actual, pues contenía una considerable cantidad de otros minerales. Si se humedecía demasiado en un largo e inadecuado almacenaje, la parte que era la sal propiamente dicha, podía derretirse y ser lavada. Por esta razón dicho condimento se volvía inútil ya que el resto no era aprovechable.

La sal es, pues, una imagen de lo que los demás deben ver en nuestra vida de creyentes, en nuestro comportamiento y testimonio de la santidad de Dios. La mayor causa del debilitamiento de ese testimonio, es decir, la pérdida del sabor de la sal, es su conformidad con el mundo.

Lot, el sobrino de Abraham, era un creyente que se había establecido en la impía ciudad de Sodoma y hasta formaba parte de su gobierno. Cuando quiso advertir a sus yernos del inminente juicio de Dios, a los ojos de ellos era “como que se burlaba” (Génesis 19:14). Sus palabras carecían de fuerza.

Sólo cuando nos alejamos de toda clase de mal podemos ser un efectivo testimonio de la santidad de Dios y ser “la sal de la tierra”.