El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo es fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la terceras parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida. - Apocalipsis 8:8-9.
En marzo del 1993, con el título de “Bajo la amenaza de meteoritos”, una revista publicó un artículo que describe las consecuencias que tendría el impacto de un gran meteorito sobre nuestro planeta. En efecto, constantemente caen piedras desde el cielo y se pueden ver las huellas que las más importantes de ellas han dejado en el suelo.
Según este artículo, si un gran meteorito cayera en el mar, acontecería lo siguiente:
“Altas marejadas devastarían continentes enteros. Gigantescas olas sumergirían las ciudades costeras, numerosas capitales en las que vive buena parte de la población terrestre”. Los destrozos en la fauna acuática serían espantosos. Así se puede ver que Dios no necesita derogar las leyes físicas establecidas para cumplir un juicio.
La fecha de los juicios anunciados en el Apocalipsis no se indica en la Biblia. Sin embargo, existe en ella una clara promesa hecha a los creyentes: el Señor Jesús viene “pronto” para introducirnos en su bienaventurada presencia. ¡Ay de los que queden en la tierra! Los juicios se desarrollarán rápida e implacablemente y nadie saldrá indemne.
Hijos de Dios, anunciemos con celo que hoy es el día de la gracia para todo aquel que cree en Jesús, y que mañana será un día de juicio para todos los que hayan rechazado al Salvador.
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