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Contentarse

He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. - Filipenses 4:11.

Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento. - 1 Timoteo 6:6.

Un grupo de manifestantes desfilaba frente a mi ventana elevando sus pancartas. En casi todas las profesiones se ha tomado la costumbre de hacer prevalecer sus derechos en la calle. Los más favorecidos no siempre son los últimos en quejarse. No queremos juzgar la legitimidad de esas reclamaciones, pero está claro que prueban que a pesar del aumento del nivel de vida, por lo menos en Europa, todavía hay muchas personas que en realidad no están contentas con su calidad de vida.

Cada uno se compara con su vecino y, en general, se estima perjudicado. Por otro lado, mucha gente piensa que la felicidad se halla en las cosas materiales: comodidad, distracciones, viajes… Y se olvida que la felicidad se halla en una vida sencilla, en el contentamiento con lo que uno tiene, en la confianza en Dios, “el cual da a todos abundantemente” (Santiago 1:5). No cabe duda de que existen pruebas, enfermedades y hay muchos pobres, sin que esto se deba a la pereza o el despilfarro de los mismos.

Pero quien escribía desde el fondo de su prisión: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”, era Pablo, ese apóstol envejecido y gastado al servicio de Jesús, su Señor. También dijo: “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:11-13).