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Creer antes de ver

Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. - Juan 20:29.

… no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven. - 2 Corintios 4:18.

Frente a mí tenía un grupo de niños que había venido para escuchar la lectura de la Palabra de Dios. Ese día íbamos a hablar de la fe. Sin que se dieran cuenta, oculté una pequeña llave en mi mano. Mostrando mi puño cerrado, pregunté: –¿Qué tengo en la mano? Por supuesto, nadie contestó. Entonces dije: –En mi mano hay una llave. Luego volví a formular la pregunta de manera un poco diferente: ¿Quién sabe qué tengo en la mano? Sólo tres o cuatro chicos respondieron algo vacilantes: –Una llave. Entonces abrí la mano y todos los niños la vieron.

Los que confiaron en mí supieron que en mi mano había una llave antes de verla. Los demás siguieron dudando hasta el momento en que la vieron. Así sucede con la fe en Dios. Pero llegará un día en que “veremos cara a cara” (1 Corintios 13:12).

La fe está ligada a la confianza en Dios. Se cree en alguien que es digno de confianza. No creer a Dios es dejar suponer que lo que él dice no es cierto, que puede mentir. Y esta es la más grande afrenta que se le puede hacer.

Para creer a Dios es necesario escuchar lo que él nos dice en su Palabra, la Biblia. Es, pues, necesario leerla con respeto y cuidado. Dios también nos habla por medio de su Hijo Jesucristo. Su vida perfecta y su amor más fuerte que la muerte nos estimulan a confiar en él. El Señor Jesús jamás decepcionó ni decepcionará a los que en él confían.