Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor. - Colosenses 4:17.
Si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. - 1 Pedro 4:11.
En esta parábola el Señor Jesús relata la historia de un hombre que debía irse al extranjero. Llamó a sus siervos y a cada uno confió un capital para que le sacase ganancia. Dio cinco talentos a uno, dos talentos a otro y uno al tercero. Confió en ellos y, como se dice hoy en día, los responsabilizó.
¿Cuál fue la reacción de los siervos ante esa nueva responsabilidad? ¿Cómo respondieron a la confianza con que su señor los había honrado?
Los dos primeros se empeñaron en trabajar, y tanto uno como otro consiguieron duplicar su haber. Conocían la bondad de su señor y correspondieron a su amor. En cambio, el tercero desconfió de él y enterró el talento. Cuando su amo volvió, los dos primeros, gozosos, le dieron cuentas de lo que habían producido y recibieron su aprobación. El tercero dio rienda suelta a su amargura y rebeldía, por lo tanto fue tratado conforme a sus palabras.
¿Cuál es la lección para nosotros los creyentes?
En la época de Jesús, el talento era una pesa de oro o plata (quizás entre 35 y 45 kg). Nosotros recibimos del Señor uno o varios talentos que debemos emplear para él y no para nosotros. ¿Servimos al Señor? Son muchas las maneras de hacerlo, pero todas tienen el mismo principio: la confianza en su amor. Él es la fuente de todo bien. Desde arriba inspira y fortalece todo servicio para él.